domingo, 21 de agosto de 2011

PROLOGO

Jaime Molina y Escalona hicieron un pacto: que si Escalona moría primero, Molina le tenía que hacer un retrato y si Molina primero, Escalona le tenía que sacar un son.  Por eso yo reservo este espacio a <una amiga que ha tenido tantas historias sin protagonistas principales>>.  Ella me prometió que algún día hablaría de mí.  Hoy le digo que este seria el mejor momento…

                         “A una amiga que nunca te juzgaría,
                         a pesar que, tenga motivos…
                        sus historias siempre me harán reír”

LA HISTORIA DE MARA CONTADA POR MILE


No he llorado la muerte de Mara. No simplemente porque sabía que de cierta forma su vida terminaría de este modo.  Lo supe desde siempre pero no le di importancia.  Pero no por eso no lloro su muerte.  No he llorado su muerte porque, al contrario de todos, decidí empezar la larga lista de sus desgracias, la lista de las cosas mas desagradables y detestables de su ser.  Me empeciné tanto en alargarla que se me olvidó por completo recordar sus momentos de <<gloria>>.

Ayer me levante temprano, aunque no es muy usual hacerlo, nadie notó nada extraño en mi conducta.  La verdad no me desperté, simplemente me resigné a que definitivamente no había podido dormir toda la noche por estar pensando en un montón de cosas, menos en ella.

<<No tengo plata>>
 –Me dijo mi madre-

Ahora si creo que esa frase se le volvió costumbre porque fue la respuesta que me dio cuando le di los buenos días.  Leí la sección internacional del periódico: <<Se cree que encontraron cuerpos alienígenas procedentes de Júpiter>>.  Por una extraña razón que no entenderé, me acordé de Mara.  Hacia mucho tiempo que no nos veíamos personalmente aunque hablábamos por teléfono casi a diario.  Tenia la peculiar forma de hablar tanto y no dejarme hablar; de no admitir un <<no>> como respuesta… y de querer ser la protagonista de las mejores historias… <<Bla, bla>>.

<<Te dejó algo>>  –Me dijo su padre cuando pretendía salir del cementerio-

No me parecía extraño.  Una vez me había comentado algo al respecto.  Todas sus ideas me parecían tan absurdas, sin embargo, siempre supe ser buena para seguirlas.  Siempre supe, al igual que ella, saberme aprovechar de las circunstancias.  Sabia que era su conejito de indias, sabia que solo una persona como yo era la única que podía soportarla y entenderla.

<<Algún día el perro es gente>>  –Era lo que decía para referirse a algo que le parecía imposible de cumplir-

Temo que se me olvidaron tantos años de compañía.  Temo que mi memoria no recuerde aquellas épocas de triunfos y éxtasis.  Aquella época en que cada cosa tenía nombre distinto para burlar de manera inusual el lenguaje.  Aquí los números eran exactos para calcular el rango de una mirada, los términos jurídicos para precisar la intensidad de las caricias y los nombres menos imaginados para disfrazar a los personajes más anónimos.

<<¿Le hiciste “la 360” a “Semillo”?>> – Le pregunté-
<<No, aunque él y yo “usufructuamos" pero no “consolidamos el usufructo con la nuda propiedad”>> -Me respondió-

Ella era un personaje que siempre buscó protagonismo aunque se escondía en una fachada de anonimato.  Siempre buscó llamar la atención aún sabiendo que con pocos esfuerzos lo lograría.  Esa era su estrategia.  Le funcionó mientras hubo quien cayera en su hábil trampa aunque muchas fueran efímeras.

<<“El Barbii” no me ha llamado>> – Me dijo- 

<<Algún día el perro es gente>> - Le respondí-

La verdad me tenia mamada de las mismas historias, de las mismas trivialidades aunque me costó trabajo disimularlo.  Escondí mi falta de animo al escucharla.  Es que la había acompañado en todo y ella… siempre interpretaba mis problemas a la misma causa: <<falta de avivamiento>>.

Me sorprendió el estado de ánimo de su padre.  Se veía agotado, desconsolado.  Sentí su llanto tan real y tan sincero que me dio vergüenza que se diera cuenta que no había llorado. También estaba su tío Germán, su tía Ara, su tía Vera, la otra <<adoradora del divino miembro>>, su hermano y un montón de personas que no alcance a distinguir.  Me llamó la atención que su padre supiera quien era yo.

<<¿Estudió contigo en la universidad?>> - Me preguntó mi padre cuando comía-

Anoche no quise salir a la calle.  No era asunto de tristeza.  Solo era que no quería que nadie me preguntara nada al respecto.  Después de todo no soy tan cruel como pretendí antes.  Luego que mi padre me hiciera la pregunta, un montón de pensamientos salieron de mi mente. Es como si esas palabras hubiesen sido la llave perdida de mis memorias.  Me recosté en mi cama intentando dormir pero mis esfuerzos fueron inútiles. <<Si ya son las 4:00 A.M.>>

<<El problema no es que la burra “mee” sino el “morisqueteo” que le queda>> –Me decía cuando le contaba alguna historia de “Florinda”-

<<No te preocupes que ella algún día será gente>> –le decía- <<Además, le llegó su “Jirafales”>>

Los viernes nos íbamos al mismo lugar, después de tanto tiempo llegamos a la conclusión que tal vez al morir, nuestros espíritus penarían en aquel sitio.  Pero no, el mío jamás rondaría ese lugar de mala muerte.  Mi vida en ese lugar era un montón de contradicciones, era una vil pesadilla que no encontraba el más simple de los consuelos.  Pero ella no supo entenderme.  No se dio cuenta jamás que todo lo que hacia en ese sitio contradecía mi filosofía.  Pero supo embaucarme en ese lugar con tertulias sobre libros que quizás ninguno otro de allí leería, con argumentos, con verbigracias… que en medio del alcohol terminaban por convencerme que yo pertenecía a ese sitio, cuando en realidad yo era de otra parte.  Pero, siempre encontré <<Peros>> para quedarme. <<¿Dónde ir?, por lo menos allí calmo esta soledad absurda en que me consume, allí me distraigo de tantas contradicciones de mi vida, allí podré presumir que soy feliz con lo que he sido>>

<<Eres la mujer que fuma>> - Me contó una película que había visto– <<El hombre salía todas las noches a un bar y aunque no fumaba y ni sabía hacerlo, se ponía en la barra del bar a “fumar” el cigarrillo.  Todas las noche el hombre lo hacia y era feliz>>.

No he podido dormir.  El festejo de mis vecinos no me ha dejado.  Es irónico, en épocas pasadas había de criticar su conducta pero hoy más que nunca entiendo su comportamiento.  Por mucho tiempo fui protagonista principal de parrandas de ese estilo.  Eso de alguna manera lógica me hace recordar aquellas noches de alcohol que pasé con Mara.  Me sentía feliz mientras el alcohol corría en mis venas pero luego, de la manera más absurda y masoquista, la depresión me invadía profundamente.  Pensaba en lo triste que había sido mi vida, en lo solitaria, en lo hueca y efímera.

<<Somos unas “borrachinas”>> -Me comentó una vez –

Tenía razón aunque para entonces no había analizado el alcance de esas palabras.  <<Si mi familia supiera la vida que estoy llevando desde hace tiempo, no lo creyeran aunque fuera yo la que se lo contara>>  Estoy segura que jamás sospecharían que por más de tres o más años estuve a poco de convertirme en alcohólica; que alcance a hacer varias cosas (que por asunto de dignidad omito) con tal de conseguir dinero para el ron… pero no, nadie sospechó… Nadie podía imaginárselo (Mara si lo sabía)… nadie se dio cuenta que en mi vida algo siempre estuvo mal.

<<Pareces pendeja>> -Me reclamó– <<Él lo que te quiere es “comer”>>

Nunca lo supe a ciencia cierta.  Nunca puede coger el cigarro, prenderlo y decir lo que estaba sintiendo.

A quien voy a engañar, la tristeza empezó a rondarme.  A quien engaño, me hará mucha falta su compañía.  En muchas ocasiones supe levantarme el espíritu.  Sé que siempre fui su mejor consuelo, su pañuelo de lágrimas y, sin llegar a equivocarme, la única persona en este mundo la cual contó sus mayores secretos, sus temores y su fatal final.

<<Moriré el 2 de febrero>> -Me dijo–

Ella no murió ese día pero yo si lo hice o por lo menos empecé a hacerlo. Claro, metafóricamente.  Ese día había amanecido tan feliz, tenía tantas expectativas, creí que seria el día más feliz de mi vida.  Pero no.  La cita que tuve con “Lucio” esa mañana, con el tiempo, me hizo dar cuenta que lo amaba, aunque él nunca lo supo.  Nunca pude encender el cigarro frente a él.

<<Me tengo que ir>> -Me dijo él–

<<Si quieres te acompaño>> -Dije en un tono gracioso-

<<Me voy, mi padre ya me perdonó>> -Me aclaró-

Temía que ese día sucediera. Nunca me imagine que me enteraría de ese modo, de esa forma. <<¿Pero cuál seria la mejor forma, la ocasión en que de una vez por todas dejara mis miedos y se lo confesara todo?>>.  Nunca hubo ocasión para los dos, todas las cosas nos contradecían, todas las circunstancias siempre estaban dispuestas a separarnos (<<El Brasilia, el niño de la esquina, el anciano de la vuelta…>>) y yo, al final termine por aceptarlo.  No entendía porque tanta tristeza, porque tantas contradicciones, porque un extraño vacío dentro de mí, una soledad que no podía llenar ni con las mejores compañías… al cabo de un tiempo me admití a mi misma que mis problemas tenían un nombre: “Lucio” (<<Todo por aprender de él a creer en los fantasmas>>)

<<No voy a discutir contigo, tú veras a quien le das “tu culo”>> -Me dijo una vez Mara–

Lucio se fue un viernes y no me despedí de él por estar en el mismo lugar de siempre.  Aunque fue lo mejor.  Reconozco que Mara se convirtió en mi mayor apoyo en aquellos momentos difíciles. Aunque no logró sospechar lo mal que me sentía.  Por esas épocas empecé a consumir más alcohol que de costumbre, conocimos a los personajes y sus respectivas historias: <<Los Jupiterianos, Huevin, Jonny Bravo, Dieguito, Julito, El Barbi, XY, Embustavo, Jartin, Gustavoego, Yago, Bonfaga, Arroz Pilao, Medio Mundo y la vecindad del Chavo…>> por mencionar sólo algunos.

<<¿Diez año yo?”>> -Decía cuando algo que decían de ella era mentira–

Que ironía.  Ayer en el cementerio estaba reunida toda su familia y aquellos que por cosas del destino se incorporaron y ella nunca los aceptó.  Si, estaba su padre, su mujer y la hija de ambos.  Pensé en esos momentos que Mara se debía estar remolcándose de la rabia… o quien sabe, tal vez a la final terminó por aceptar todo aquello.  Las primas de Mara estaban grandes, la última vez que las había visto eran unas niñas.  No me sorprendió que no me reconocieran.

<<Que desgracia que te tenga que conocer de este modo>> -Me dijo su tía Ara–

Mara me hablaba de su tía Ara.  A menudo solía decir que su tía cuando joven se parecía mucho a ella.  A mi me parecía que no existía una persona igual a Mara.  Eso lo puedo decir yo que la conocí… por lo menos sabia cosas que otras personas no sabían.

<<Si estuviera con mi madre, estuviera “paria”>> -Solía decir–

Desde muy niña se empecinó en que sus sentimientos se convirtieran en piedra.  Se acostumbró a no sentir dolor cuando otros lo hacían, a no llorar cuando era el momento de hacerlo… Esa era ella…Bueno, yo lo creí así.  Siempre creí que quería eludir su historia.  Por eso creí que nunca lloraba.  Pero me equivoqué… y la dejé tanto tiempo sola.  Me equivoqué en pensar que no le importaba su futuro.  Pero no, no quiero llorar su muerte: “se lo prometí”.

<<¿Estas locas o te “adrogas”?>> -decía cuando alguien hacia algo inusual–

Estoy algo inquieta.  Prometí al padre de Mara que recogería las cosas esta tarde.  Su tía Ara me insistió tanto que llegara a la hora del almuerzo.  Lo hice más que todo  como muestra que sentía dolor.  <<Se me hará difícil actuar normal dentro de tantas personas desconocidas>>.  Que difícil.

<<¿Adivina quién es muerto? -Preguntaba–

<<Es muerto el hijo de ñoñi>> -Respondía–

Llegué a mi casa después de varios meses de trabajo.  Mara se quedó y Lucio hace rato se había ido.  Llegué al lugar donde siempre era bien recibida pero a veces no quería llegar.  Estaba flaca y me sentía maluca.  En mi casa trataron siempre de animarme. Agradecía sus esfuerzos pero mis problemas estaban muy lejos de ser solucionados con unas simples palabras. <<Lucio no estaba y ellos no lo sabían, nunca se los dije>>.  Todo me parecía ilógico, todo me producía llanto, todo me olía a tristeza, todo me repugnaba.  Estaba cansada de estar fingiendo que estaba bien pero me costaba admitirlo ante los demás. 

<<No>> –Le dije–

<<Milagro>> -Respondió–

Me encerré en mi apartamento por varios días.  No conteste el teléfono a nadie, comía poco y dormía solamente lo necesario.  En mi casa no lo sabían. Luego de varias semanas de visita había aprendido a disimular.  Ya no estaba flaca e hice el mayor de los esfuerzos por no verme maluca.  Pero al estar sola ya no tenía porque fingir.  No quería saber de nadie, no quería afrontar ante los otros mi realidad. Solo quería llorar solas mis desgracias.  Por muchos días la idea de morir rondó mi cabeza.

<<Que belleza de perra muerta>> -Decía cuando algo no le gustaba–

Mara no era mala persona.  Solo era cuestión de conocer su historia para poderla entender.  No fue fácil estar de acuerdo con ella.  Muchas veces le hice creer que estaba de acuerdo porque al fin de cuentas me hacía reír.

<<Estoy muy vieja pa eso>> -Solía expresar–

Camino lentamente.  No quisiera llegar al lugar a donde me dirijo.  Es muy difícil para mí entender todo esto.  De hecho es extraño.  Aún no logro entender lo que sucede.  Hace a penas unas horas todo me parece ridículo.  Ahora me dirijo hacia donde voy, cada paso es una pisada más de mi realidad.  <<¿Qué pasa?>>. De un momento a otro mis pensamientos empezaron a transformarse.  <<¿Qué sucede, por qué esta extraña sensación?>>. Es como si alguien me transportará a otro lugar.

<<Es como si la casa la hubiese parido para mí>> -Me dijo una vez por teléfono–

Toque el portón rojo y salió a recibirme una señora que ya había visto en el cementerio.

<<Buenas tarde>> -Dije–

<<Buenas tardes>> -Respondió– <<Tú eres Mile>>

<<>> -Respondí– Se…

<<¿Ya llegó?>> -Me interrumpieron en el fondo–

<<>> -Afirmó a gritos la señora–

Parecía una reunión familiar.  Una celebración en la que el motivo de la llegada es un ser querido.  No parecía un velorio, por el contrario, era una fiesta en la que por ningún lado se mencionaba despedida.  Nadie vestía de negro, ni blanco, ni azul… parecía como si a todos se les hubiese olvidado lo que había sucedido.  <<Supongo que esto debe ser la muerte: el olvido>>

<<<Pasa a la mesa>> -Me dijo su tía Ara–

<<Gracias>> -Le dije–

Para que decir lo que se habló en aquel almuerzo, si basta con resumir que no se habló de Mara.  Mataron especialmente la gallinas que un día Mara intentó robarse… las cocinó la mujer de su papá.  Antes del almuerzo ya sabía quien era cada uno.  No porque  me los habían presentado, era el resultado de tantas historias contadas al estilo de Mara, que ya de tantas veces había aprendido armar una a una sus caras y no me equivoqué. <<¿Será que Mara pidió todo esto?>>

<<<Ella hablaba mucho de ti>> -Por fin rompió la indiferencia su tía Ara–

<<Ella hacia lo mismo>> -Dije– <<<Me contaba todas sus historias>>

 <<¿Cómo la conociste?>> -Preguntó su madre–


<<Debe ser su madre, se parecen… oh Mara, perdona la comparación pero es difícil burla la naturaleza>>.

Su papá nos hizo hacer una ronda en el patio.  Sacó un montón de cajas, bolsas y cosas que la colocó en medio de todos. <<¿Será que Mara pidió todo esto?>>

<<<Eres una insolente>> -Le dijo una vez su tía Lina–

Mara era así.  A veces tan impredecible, tan inusual.  Ella lo quiso así, evadir de cualquier forma su destino.  Trató de esconder sus penas detrás de cualquier cosa, de cualquier historia (sin protagonistas principales) que ella solía contar de una forma peculiar.

<<<Diablos negros de mis sueños… olorosos a café>> -Cantaba–

Mara hacia tributos a la muerte.  Ella decía nunca temerle, por el contrario la esperaba en el semáforo de la esquina, en el azul profundo del mar… disfrazada de cualquier cosa.  Pero Mara decidió morir de la manera más sencilla.

En medio de aquella reunión su padre se dispuso a ser fiel a un ritual que por una extraña sensación que sabia cual era, me recordó a Mara.  La tristeza me invadió en esos momentos y por más que lo intentaron lo demás presentes, no pudieron… “lloraron”.  No lloré, dije que no lloraría su muerte.  Pero nuevamente sentí esa extraña sensación ahora en mi pecho, creí que no podía hacerlo.  Una caja blanca y marcada: “Para Mile” me entregó su padre.  El ritual se tuvo que suspender. Su padre no pudo más, se había mostrado tan fuerte pero lo venció una muerte tan planeada.

<<…>>

Eran las 3:33 P.M., era miércoles 3 de Marzo cuando timbró mi celular.

<<<Sí>> -Escucho una voz extraña– <<¿Hablo con Mile?>>

<<>> -Respondí– <<<¿Con quién hablo?>>

<<Mara murió, el entierro es mañana en la tarde. La están velando en la funeraria “El Olimpo”>>

<<<¿Quién?>> -Hablé cuando ya habían colgado el teléfono–


Nunca supe quien me informó. Lo único que estoy segura es que después de esas palabras lloré amargamente: había muerto la amiga que me había enseñado a encender el cigarro…

<<Ahora me da tanto miedo que por tener curiosidad, precipite la entrega de la caja blanca… espero que solo sean unos cigarros…>>